Un libro de estilo no es una gramática ni un diccionario al uso. Es simplemente el código interno de una organización, que trata de unificar sistemas y formas expresivas con el fin de dar personalidad al propio medio y facilitar la tarea del lector.

En la introducción al documento de Alberto Gómez Font: «Libros y manuales de estilo» se dice:

«Junto con los diccionarios, las gramáticas y los libros de ortografía nos encontramos con otro tipo de guías de uso del español actual: los manuales de estilo. La mayor parte pertenece a los medios de comunicación, es decir, a la prensa, tanto escrita como oral; manuales que, en muchas ocasiones, están redactados o supervisados por expertos en la lengua y, en los demás casos, están copiados de los primeros. Así, pues, cualquier persona que se aproxime al estudio del español deberá tener muy en cuenta el uso que de este se hace en la prensa y deberá consultar los libros de estilo de periódicos, emisoras de radio y canales de televisión los que encontrará resueltas muchas de las dudas que se irá planteando a medida que avance en su conocimiento.

Casi todos los libros o manuales de estilo tienen las mismas características: constan de dos partes bien diferenciadas; la primera dedicada a establecer las normas y los criterios puramente periodísticos y la segunda es una guía para lograr que el español usado en las noticias sea lo más correcto posible. En esta segunda parte es habitual que se incluyan apéndices con listas de abreviaturas, siglas, topónimos y otros materiales específicos del medio de comunicación para el que se haya redactado el manual.

Otro tipo de manuales de estilo son los concebidos como un diccionario, es decir, sin las divisiones ni los capítulos tradicionales, sino en forma de lista de la a a la z en la que se incluyen explicaciones que apenas ocupan un renglón y otras que pueden abarcar varias páginas.

Debido al auge de los medios de comunicación en español en los Estados Unidos, donde surgen nuevos periódicos, canales de televisión y emisoras de radio en nuestra lengua, sea en Miami, en Nueva York, en Chicago ,en Los Ángeles o en cualquier otra ciudad, aumenta también el número de periodistas procedentes de distintos países hispanohablantes que al sentarse a redactar sus noticias, en las mesas de redacción de sus medios, sienten inseguridad en el uso del español y necesitan emplear diccionarios y otras fuentes para resolver sus dudas.».

 


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